Milán en la edad media
Tras la caída del Imperio Romano de Occidente Milán, al igual que el resto de Italia, fue ocupada por hérulos y ostrogodos. La región en torno a Milán tuvo una de las principales concentraciones de asentamientos ostrogodos en Italia.[1] En 539, durante las Guerras Góticas entre bizantinos y ostrogodos, el jefe ostrogodo Uraia saqueó la ciudad, exterminando y esclavizando a su población, y arrasando completamente sus murallas.[2] Fue finalmente tomada por el general bizantino Narsés, quien la reconstruyó sin lograr devolverle su antiguo esplendor.[3] En el 569, la ciudad fue conquistada por los lombardos,[4] quienes la mantuvieron hasta 774, cuando pasó a manos de Carlomagno.
A finales de siglo VIII, Milán logró recuperar su antigua prosperidad. En estos momentos la ciudad era gobernada por arzobispos, que más tarde fueron perdiendo el poder en beneficio de la nobleza. De la mano de éstos la ciudad se volvió próspera e importante en el siglo XI. En 1162 fue arrasada por Federico I Barbarroja, aunque se recuperó y venció a éste en 1176 en la batalla de Legnano, junto al resto de la Liga Lombarda. De esta manera comenzó un nuevo periodo de prosperidad. Entre 1277 y 1447 la ciudad estuvo bajo poder de los Visconti. Durante la peste negra del siglo XIV, Milán fue uno de los pocos lugares de Europa que no fue alcanzado por la epidemia, porque el obispo ordenó que emparedaran las tres primeras casas a las que afectó. Los muertos, los enfermos y los sanos quedaron atrapados en su interior sin distinción. El mayor auge de la ciudad fue alcanzado por Gian Galeazzo Visconti, duque de la ciudad entre 1351 y 1402.
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